El arte de celebrar / Ruelas
Aguascalientes, Junio 21 (2022).- La celebración es esencialmente humana, de la cultura; se despliega en pretérito, presente y porvenir. Los motivos varían en circunstancias y saberes. Se reprocha mucho las condiciones comerciales de las festividades, “el día del padre”, consumo excesivo e irracional con aparadores atestados de “ofertas, descuentos, 3 por 2, meses sin intereses…” La fiesta es motivo de unidad, de esparcimiento, es medicina contra el estrés de la vida cotidiana, el festejo convida a la celebración, en ese mérito reafirma valores y asume comportamientos que alcanzan los motivos con que se enfrentará al tiempo. En ese impulso la ceremonia es un torrente de emociones y afectos que las atienden. Se está alegre por razón de la conmemoración en el interés.
La celebración engendra la fiesta, la fiesta es radiografía de la cultura, la cultura es el carácter de los pueblos y de las personas. Una arcilla que mezcla las costumbres y la manera de actuar, en esa virtud, es la realidad social misma. La celebración genera satisfacciones por los motivos de la participación popular. Es atributo de las festividades los valores y virtudes que las definen. No podemos negar que la sociedad del escándalo y del espectáculo está ligado a las intenciones de ventas a partir del sentido participativo de los fiestantes. Nada sorpresivo es la visibilidad del consumo, es funcionalidad y beneficio de mercado.
La intención y utopía de la cultura adaptan la celebración a lo que acontece, empero, lo importante es cómo se atienden dichos sucesos. Huir al gasto es renunciar al beneficio, el costo de la celebración esta en las posibilidades de los celebrantes, los costos son mensurables, pero los valores que intenta no calculan los gastos, ni ofrece indicadores de lo útil, las fiestas del “día del padre” son acción participativa de la familia. “Convivium” es ponerse al servicio del otro en los motivos para festejar.
Ahora bien, toda celebración tiene sus límites, en todo sentido, cultural, ontológico, fenoménico, antropológico, valoral…, los comportamientos de estos términos no ponen en riesgo las virtudes de la celebración. Si se carece de presupuesto, normalmente la celebración se realiza por vía de la disrupción creativa para que la fiesta sea celebrable, es decir, las tradiciones abrazadas a las virtudes como dignidad, respeto, honor, decoro…, se muestran en la satisfacción, en la celebración la fiesta adquiere dimensiones que afectan las emociones como la alegría, el gozo…, como arquitectura de imaginación, de utopía…, sobre la vida del día a día con todas sus declinaciones tradicionales.
Así como se celebra a los padres, se celebran diversos motivos y cosas en distintas culturas. El humanismo se manifiesta en la celebración. Los “porqués” se agolpan en el sentir de la realidad con sus consistencias e inconsistencias. Ser persona es ya una fiesta, el milagro, la magia, la fantasía… de vivir; y, la maravilla, el sortilegio…, de convivir. La vida compartida es el inicio de la fiesta. Festejamos por el hecho de amar, de existir, de ser. En estas razones la fiesta de la vida tiene motivo y fundamento de lo celebrable. El ritmo apolíneo de la vida es simplemente vivir; el ritmo dionisiaco de la vida es vivir-la, en convivencia, festejancia, un elogio. La celebración ejercita una pedagogía: salda lo normal para situarse en lo excepcional como eje de los seres humanos, la excepción nos libera de oscuridades, miedos, fantasmas, pecados… La celebración es complemento de la totalidad existencial.
Un impulso que reúne a las personas es la celebración. El solo hecho de ser humano es digno de celebrar-se, de estimular al júbilo. Veámoslo en los comportamientos del arte, en los poemas, la pintura, el canto, la escultura, el baile…, son la verdadera y real transformación “humana, demasiado humana”.
Al reconocer nuestro humanismo aceptamos la utopía de “estar en el mundo”, de creer en su cosidad, conocer los estados de alegría y tristeza, de estar seguros de la ontología de la celebración. La cultura hace los motivos para conocer el tiempo desde el instante hasta sus formas diferenciadas, pasado, presente, futuro; las palabras están en el núcleo de todo y nos llevan del llanto al regocijo; la cordialidad en la manifestación de los lenguajes, las palabras, los gestos, son ya un gran motivo de festejo; el arte, en espacial la música, afina el sentido de la celebración; la manifestación de los sentimientos y las decisiones, declarar amor es escenografía de la celebración; la sonrisa, medicina contra el estrés, es importante para sí mismos y para los “Otros; el tiempo propio y el tiempo de los demás es una sinfonía de alto nivel estético; el amor de “fila, eros y agape” son base esencial de toda fiesta que se celebra; “el bien para todos” es deseo y comienzo de todo festejo; enfrentar el mañana por vía de proyecto es adelantarse al festejo.